DOS IDOLOS UN DESTINO - El Alcohol.
Quizá Ángel Clemente Rojas sea, para el Jugador Número Doce, uno de los ídolos que más lejos llegó en cuanto a devoción de esa enorme hinchada para con un jugador del club de la ribera. Resultan impotentes las expresiones para definir el sentimiento que le prodigó el hincha de Boca a Rojitas.
Fue adorado y mimado hasta límites insólitos cuando estaba en su buena hora y fue alentado y perdonado cuando por su poco apego al entrenamiento dejó perder su mejor condición física. Hasta se puede decir que a su lugar accedió solamente otro jugador: Diego Armando Maradona.
Hoy ese lugar lo está ocupando otro grande de la vereda de enfrente, el ídolo máximo del River de los últimos años el "BURRITO Ortega".
Pocos conocen que antes de recalar en Boca, Ángel intentó una prueba en River. Lo llevó su padrino, pero un portero de ese club no lo dejó entrar, porque no llevaba vaya a saber uno que tipo de citación. Angelito y su padrino se volvieron a Sarandí, donde vivían, y pensaron en una buena forma de venganza...El Nano Gandulla lo descubrió el martes 27 de mayo de 1959, en una cancha del barrio Agronomía. Esa misma noche, Ángel Clemente Rojas puso su rúbrica y se convirtió en jugador de Boca.
Pocos jugadores en la historia de Boca fueron tan reconocidos por su actuación el día de su debut. Pedernera quedó obligado a no sacarlo nunca más. Ese día Rojitas se fue en andas. Los jugadores de Boca recibieron 300.000 pesos por ese partido y Ángel se los gastó en una sola noche, según cuenta la leyenda.
Las gambetas capaces de realizar y su siempre irreverente actitud hacia Amadeo Carrizo, un símbolo riverplatense, aceleraron su marcha hacia la consagración. Se encumbró entre los mejores delanteros argentinos de la década del sesenta
El 8 de diciembre de 1965 tuvo una actuación memorable ante River, en un encuentro que Boca ganó 2 a 1, con un gol del Beto Menéndez faltando tres minutos. Con esa victoria, Boca casi se aseguraba el título. Y esa vuelta olímpica, a diferencia de la de 1964, tuvo el dulce gusto del fútbol de Ángel Clemente Rojas. No tuvo un buen 1966 y Pedernera lo bajó a la Reserva, reemplazándolo con César Menotti. Por entonces, tenía sólo 21 años. Esta irregularidad en Boca provocó su ausencia en el Mundial de Inglaterra. Los dos años siguientes también fueron difíciles por algunas lesiones y por la gran cantidad de jugadores que por entonces incorporaba Boca.
Alfredo Distéfano llegó a Boca en 1969 y la vida de Rojitas retomaría el camino que había dejado desde hacía tres años. Su físico se pareció al del pibe que debutó en 1963 y su fútbol fue decisivo para que Boca ganara el Nacional de ese año. Otra vez jugó todos los partidos y fue goleador del equipo junto a Madurga. Rojitas no era el gambeteador empedernido que siempre quería hacer la jugada imposible. Era capaz de hacerla, pero su gambeta era positiva, siempre para adelante, generando el fútbol claro y contundente con esa estirpe que sólo tienen los cracks. Esa es la diferencia que yo siempre digo existe con Riquelme, que juega para atrás y demora el juego en demasía.
No tenía el remate espectacular del cañonero, como el Bati, pero su remate era capaz de desorientar al arquero por la precisión con que era ejecutado. Muchos son los goles que se pueden recordar de "Rojitas". Lástima que la juventud de hoy, no los puede gozar, porque los medios de antes no eran los de ahora. Pero yo que lo vi jugar, los tengo gravados a fuego, y por eso algunos no me entienden cuando me quejo de la mediocridad del fútbol argentino actual.
Pero quizá el que más importancia haya tenido fue el que logró en las finales del Nacional de 1970, ante Rosario Central. Una pelota llega a sus pies dentro del área. Está rodeado de rivales. Quiroga, el arquero de Central sale presuroso y se arroja tratando de tapar la trayectoria que podía tomar el balón. Ángel quebró la cintura y sacó un derechazo que pasó por debajo del cuerpo del arquero y se metió por el centro del arco entre dos defensores que se quedaron parados ante la precisión y rapidez de la maniobra. Todavía lo estoy viendo como si hubiera pasado ayer.
Orteguita, es la imagen o reencarnación de Rojitas en ese River de hoy. Ambos tuvieron los mismos problemas. Hoy viendo un especial de TV de los goles extraordinarios del "Burrito", junto a mi hijo, me acorde de este ídolo bostero, que obviamente él, ni sabía que existió alguna vez. Y no se si no fue mejor. Pelé, en un reportaje dijo alguna vez que Rojitas era el Pele Blanco del Fútbol, que tal. Pero al igual que el burrito su principal enemigo, el alcohol, lo destruyó. Vaya mi recuerdo para ese ídolo boquense, y que Dios permita que Orteguita se pueda recomponer y seguir deleitándonos con sus jugadas y goles como él solo en la actualidad es capaz de hacer en el fútbol local.
HASTA LA PROXIMA.
www.jordiweb.com.ar
El 8 de diciembre de 1965 tuvo una actuación memorable ante River, en un encuentro que Boca ganó 2 a 1, con un gol del Beto Menéndez faltando tres minutos. Con esa victoria, Boca casi se aseguraba el título. Y esa vuelta olímpica, a diferencia de la de 1964, tuvo el dulce gusto del fútbol de Ángel Clemente Rojas. No tuvo un buen 1966 y Pedernera lo bajó a la Reserva, reemplazándolo con César Menotti. Por entonces, tenía sólo 21 años. Esta irregularidad en Boca provocó su ausencia en el Mundial de Inglaterra. Los dos años siguientes también fueron difíciles por algunas lesiones y por la gran cantidad de jugadores que por entonces incorporaba Boca.
Alfredo Distéfano llegó a Boca en 1969 y la vida de Rojitas retomaría el camino que había dejado desde hacía tres años. Su físico se pareció al del pibe que debutó en 1963 y su fútbol fue decisivo para que Boca ganara el Nacional de ese año. Otra vez jugó todos los partidos y fue goleador del equipo junto a Madurga. Rojitas no era el gambeteador empedernido que siempre quería hacer la jugada imposible. Era capaz de hacerla, pero su gambeta era positiva, siempre para adelante, generando el fútbol claro y contundente con esa estirpe que sólo tienen los cracks. Esa es la diferencia que yo siempre digo existe con Riquelme, que juega para atrás y demora el juego en demasía.
No tenía el remate espectacular del cañonero, como el Bati, pero su remate era capaz de desorientar al arquero por la precisión con que era ejecutado. Muchos son los goles que se pueden recordar de "Rojitas". Lástima que la juventud de hoy, no los puede gozar, porque los medios de antes no eran los de ahora. Pero yo que lo vi jugar, los tengo gravados a fuego, y por eso algunos no me entienden cuando me quejo de la mediocridad del fútbol argentino actual.
Pero quizá el que más importancia haya tenido fue el que logró en las finales del Nacional de 1970, ante Rosario Central. Una pelota llega a sus pies dentro del área. Está rodeado de rivales. Quiroga, el arquero de Central sale presuroso y se arroja tratando de tapar la trayectoria que podía tomar el balón. Ángel quebró la cintura y sacó un derechazo que pasó por debajo del cuerpo del arquero y se metió por el centro del arco entre dos defensores que se quedaron parados ante la precisión y rapidez de la maniobra. Todavía lo estoy viendo como si hubiera pasado ayer.
Orteguita, es la imagen o reencarnación de Rojitas en ese River de hoy. Ambos tuvieron los mismos problemas. Hoy viendo un especial de TV de los goles extraordinarios del "Burrito", junto a mi hijo, me acorde de este ídolo bostero, que obviamente él, ni sabía que existió alguna vez. Y no se si no fue mejor. Pelé, en un reportaje dijo alguna vez que Rojitas era el Pele Blanco del Fútbol, que tal. Pero al igual que el burrito su principal enemigo, el alcohol, lo destruyó. Vaya mi recuerdo para ese ídolo boquense, y que Dios permita que Orteguita se pueda recomponer y seguir deleitándonos con sus jugadas y goles como él solo en la actualidad es capaz de hacer en el fútbol local.
HASTA LA PROXIMA.
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